EL PARACAÍDAS (8)
Había un espejo que tenía forma de mano. Las imágenes que siguieron fueron las del dia que conoció a un compañero del instituto que sabía leer las lineas de las manos. Al parecer, el hecho de que tuviera dos líneas de las principales muy juntas en ambas manos queria decir que durante su infancia se mantuvo aprendiendo y siguiendo de forma fiel los parámetros sociales y culturales que los mayores le proporcionaban con su ejemplo y palabras, para ir definiendo su personalidad adulta poco a poco. Este hecho le aportaba seguridad, pensó él, analizando lo que su compañero le había dicho. Según este compañero, esta característica le marcaba mucho para su futuro, para bien de su estabilidad personal, etc., pero le gustaba más ver la característica en la que estas líneas se separaban, que según él quería decir que la persona estaba más inadaptada, al no haber asimilado todos los patrones culturales y no sé cuantas cosas muy ambiguas de interpretar que les llevaron a una conversación infinita, rozando la discusión, sobre cuál opción era mejor. Pero se dieron cuenta de que lo útil y práctico era tener esta cultura bien asimilada, fue la única idea en la que coincidieron, todo lo demás era un aporte de opiniones particulares movidas por sus egos y carencias, que les habían definido muchos de sus pensamientos y conclusiones hasta ahora.
Recordó aquellos días que de alguna forma le marcaron y le hicieron dirigirse hacia el esrudio de los amplios y recónditos asuntos de la mente.
Después, reparó en varios espejos que tenían formas de siluetas de personas. No tardó endarse cuenta de que eran los distintos profesores y profesoras que tuvo durante su infancia y adolescencia.. Casi todo lo que iba viendo, mas o menos, eran situaciones que recodaba, sin embargo, aquel momento le permitía percibir matices y sensaciones de las que no fue consciente en aquellos momentos. Poco a poco sentía, como observador en aquel momento, que muchas consignas que le dieron fueron movidas por un miedo que su pequeña personalidad de aquel momento absorbió e incorporo en si mismo. El amor que aquellos profesores habían profesado en otros momentos que les hicieron dedicarse a su hermosa labor .. sin saber cómo exactamente ocurrió, se sustituyo sin aviso, por un temor implacable que se hacía dueño de añgunas de sus reacciones y decisiones .. Afortunadamente, la vida se las apañaba para mecernos muchas otras veces en los brazos de la alegría y el gozo, momentos de distensión que a veces eran espontáneos, llamados a dibujar los contrastes de la vida. Hoy por hoy, sabia que dejarse arrastrar por el temor, sin hacerse conzciente de él, era verse impedido de disfrutar el gozo, ..que este se opacaba en esas circunstancias. Lo había observado en muchos pacientes, que vivian en un esrado continuo de ansiedad, que no les dejaba disfrutar de ningún momento ni situacion en su vida.